La plantación de árboles, a pesar de todas sus consecuencias positivas para el planeta, es uno de los métodos más simples y efectivos para abordar el cambio climático causado por los gases de efecto invernadero. ¿Por qué? Los árboles en crecimiento absorben dióxido de carbono (CO2), que es el principal gas de efecto invernadero que contribuye al cambio climático.